Cuando una persona se enfrenta a un proceso judicial por primera vez, es común que surjan dudas sobre los distintos profesionales que intervienen. Una de las más frecuentes es: ¿cuál es la diferencia entre un abogado y un procurador?
Ambos son figuras esenciales dentro del sistema judicial, pero cada uno cumple un papel específico y complementario. El abogado es el profesional que se encarga de la defensa jurídica: estudia tu caso, diseña la estrategia, te asesora legalmente y defiende tus intereses ante el juez. Es quien “lleva la voz” en el procedimiento.
El procurador, por otro lado, es quien te representa formalmente ante los tribunales y se encarga de que todos los trámites judiciales se gestionen correctamente y dentro de plazo. Coordina con el abogado, presenta escritos, controla los tiempos y realiza un seguimiento continuo del procedimiento. Es el puente entre el juzgado, tu abogado y tú.
Tener a ambos profesionales es clave para que tu proceso avance con garantías, sin errores administrativos ni sorpresas desagradables por retrasos o incumplimientos de plazos. Y en la práctica, contar con un procurador comprometido y accesible marca la diferencia en tu experiencia como cliente.